Las noticias se suceden en periódicos y telediarios agolpando los titulares en nuestra mente. El otoño ha llegado, la lluvia congestiona las calles y una mañana al calor de la lectura en la cafetería, en el despacho o en su sofá preferido, entre crisis, eurozona y loterías, encuentra el siguiente breve apocopado por los Managements, Marketings, pulls y tractores:
“Se buscan hombres para un viaje peligroso. Sueldo bajo. Mucho frío. No se asegura retorno con vida. Honor y reconocimiento en caso de éxito”.
Le concedo una pausa de 30 segundos para formular una respuesta antes de continuar la lectura: ¿está interesado? Un simple “sí” o “no” son suficientes. Piénselo bien porque de este breve pero impactante anuncio, han nacido las principales teorías modernas del liderazgo como motor de cambio.
Larga es la huella investigadora sobre liderazgo, gestión de personas y crecimiento institucional y mucho más largo el sendero editorial que inunda de publicaciones las librerías y quioscos virtuales y reales del siglo XXI. Nos desayunamos con un liderazgo Guardiola vs. liderazgo Mourinho, releemos apuntes de la carrera sobre las cualidades del líder nato en los años 60, estudios sobre el carisma y el potencial del que nace líder. Los cursos educativos están llenos de los desgastados estilos de liderazgo autoritario, liderazgo “laisser faire, laisser passer” y liderazgo democrático de moda en los 70. Los 80 nos trajeron el liderazgo situacional, líderes que rotan dependiendo de sus cualidades, del grupo y del contexto. Los 90 invitaron a miles de gurús como sujetos de estudio y candidatos a mejor líder moderno. Hoy habrá oído hablar acerca del líder coach, del líder zen, del líder Adriá, del líder socialmedia y del “encuentre-su-lider-inside”... el que no es líder es porque no quiere.
Sin embargo, si quisiéramos buscar una fecha de bautismo a los estudios modernos del liderazgo, la partida de nacimiento está clara, el 8 de agosto de 1914. En los albores del comienzo de un nuevo siglo, 28 hombres dijeron que sí al anuncio que abre este artículo y que había publicado Ernest Shackleton meses antes. Shackleton fue un explorador irlandés que lideró como nadie a un grupo de aventureros y temerarios buscavidas hacia el Polo Sur. Juntos iniciaron una interminable caminata de más de 3.000 kilómetros con el objetivo de cartografiar el mayor terreno de extensión conocido en la historia hasta el momento. A principios de siglo, cuando los medios técnicos eran muy rudimentarios y el increíble ojo de GoogleMaps no era digno de concebirse por la mente humana, este grupo de exploradores se embarcó en el velero “Resistencia” desde Inglaterra, con la esperanza de “honor y reconocimiento en caso de éxito”. Cuestiones narrativas y logísticas aparte, la clave que hizo de la hazaña de Shackleton uno de los primeros casos de estudio universales en cuanto a liderazgo se trata, fue la labor de uno de los tripulantes que documentó con fotografías y en varios diarios muy detallados, las increíbles cualidades y estrategias de liderazgo de un hombre que lideró la cruzada del último de los rincones inhabitados sobre la Tierra.
Muchas han sido las interpretaciones teóricas de la odisea Shackleton, los principales estudiosos resaltaron su habilidad para mantener la motivación constante de todos lo miembros de su equipo, la increíble agudeza para conocer a fondo hasta el más mínimo detalle de las cualidades de sus compañeros y la astucia con la que era capaz de obtener lo mejor de cada persona, poniéndolo al servicio de un objetivo común al tiempo que impulsaba el crecimiento individual. La sintonía emocional de Shackelton con sus colaboradores en condiciones muy adversas, junto a la habilidad de lograr aunar las metas personales, vitales y profesionales con un proyecto grupal más grande que el conjunto de sus miembros, han sembrado hojas de elogios y recetas de liderazgo. Sin embargo, aunque mucha de la esencia del concepto se mantiene latente en la experiencia de esta primera proeza humana, muchos otros detalles han venido a sumarse para enseñarnos a liderar en el siglo XXI.
Liderar es una palabra policromática. Un ancho espectro de modelos que son sencillos en el papel pero complicados en la acción. Liderar es seducir pero guiar, asombrar pero asesorar, asombrar y acompañar, compartir pero dirigir, guiar y mandar, delegar pero evaluar, soñar para convencer, sensibilizar y alumbrar. En la experiencia de toda institución educativa hemos aprendido que cualquier propuesta no liderada es una propuesta estéril. Sin embargo, lo que creíamos que era ser líder en años pasados, parece no funcionar en el presente. Alumbramos retazos de la experienca de Schackleton al mismo tiempo que Lady Gaga o Ferrán Adriá movilizan y lideran a miles de personas desde mundos tan alejados del organizacional como el de la música y los fuegos de un restaurante. Ella es líder dadaísta, él es líder gastronómico; ambos guían mente, sabor y corazón y son capaces, una de convocar a cientos de jóvenes a bailar sus canciones de forma espontánea y natural en un torbellino de participación, el otro a hacernos esperar años para poder tener mesa en su restaurante. ¿Cuál es el #liderazgoeducativo que queremos? y ¿qué podemos aprender de la esencia romántica de años de historia y teorías en conjunción a la irreverencia 2.0 del presente? Creo que es el momento de hablar de motores, no de motores de cambio, sino de motores a secas.
En 1886, mientras Shackelton se graduaba en cartografía y uso del compás, los alemanes Daimler y Benz, en la región de Stuttgart, crearon el primer coche de la historia. Este prototipo contaba con tan solo tres ruedas y una única marcha, alcanzaba una velocidad máxima de 17 km/h y tenía una potencia de 0,9 caballos, una fiera de los pedregales a principios de siglo. Además, su motor funcionaba con gasolina, pero en aquella época se vendía únicamente en farmacias. Viendo el potencial de aquella veloz belleza, el austriaco Emil Jellinek ofreció un jugoso contrato de exportación del producto para Hungría y Austria permitiéndose una pequeña diligencia, quiso nombrar a aquel primerizo automóvil Mercedes, un guiño a su hija. Más de 125 años después y miles de acciones, compras, ventas y crecimiento, Mercedes Benz sigue liderando el mercado automovilístico y nunca mejor dicho, son motor del cambio.
Liderar es una palabra policromática. Un ancho espectro de modelos que son sencillos en el papel pero complicados en la acción. Liderar es seducir pero guiar, asombrar pero asesorar, asombrar y acompañar, compartir pero dirigir, guiar y mandar, delegar pero evaluar, soñar para convencer, sensibilizar y alumbrar. En la experiencia de toda institución educativa hemos aprendido que cualquier propuesta no liderada es una propuesta estéril. Sin embargo, lo que creíamos que era ser líder en años pasados, parece no funcionar en el presente. Alumbramos retazos de la experienca de Schackleton al mismo tiempo que Lady Gaga o Ferrán Adriá movilizan y lideran a miles de personas desde mundos tan alejados del organizacional como el de la música y los fuegos de un restaurante. Ella es líder dadaísta, él es líder gastronómico; ambos guían mente, sabor y corazón y son capaces, una de convocar a cientos de jóvenes a bailar sus canciones de forma espontánea y natural en un torbellino de participación, el otro a hacernos esperar años para poder tener mesa en su restaurante. ¿Cuál es el #liderazgoeducativo que queremos? y ¿qué podemos aprender de la esencia romántica de años de historia y teorías en conjunción a la irreverencia 2.0 del presente? Creo que es el momento de hablar de motores, no de motores de cambio, sino de motores a secas.
En 1886, mientras Shackelton se graduaba en cartografía y uso del compás, los alemanes Daimler y Benz, en la región de Stuttgart, crearon el primer coche de la historia. Este prototipo contaba con tan solo tres ruedas y una única marcha, alcanzaba una velocidad máxima de 17 km/h y tenía una potencia de 0,9 caballos, una fiera de los pedregales a principios de siglo. Además, su motor funcionaba con gasolina, pero en aquella época se vendía únicamente en farmacias. Viendo el potencial de aquella veloz belleza, el austriaco Emil Jellinek ofreció un jugoso contrato de exportación del producto para Hungría y Austria permitiéndose una pequeña diligencia, quiso nombrar a aquel primerizo automóvil Mercedes, un guiño a su hija. Más de 125 años después y miles de acciones, compras, ventas y crecimiento, Mercedes Benz sigue liderando el mercado automovilístico y nunca mejor dicho, son motor del cambio.
A mediados del siglo XX, los Mercedes Benz eran los mejores coches del mercado. Su diseño estaba basado en cuatro principios que hacían del automóvil un artículo de selección: el motor rugiendo, sinónimo de potencia; el interior de cuero, sinónimo de lujo y confort; las cinco puertas, sinónimo de espacio y poder, y los símbolos de marca y acabados en ruedas e insignias sobre el capó, sinónimos de distinción. Era el coche león: agresivo, potente, de rápida aceleración y feroz. A principios del siglo XXI, Mercedes Benz sigue liderando el mercado del automóvil, sin embargo, todo lo que consideraba que debía ser el motor del cambio se ha transformado. Hace unas semana se presentó el Mercedes Benz A-qualizer: el motor silencioso, sinónimo de ecología y ahorro; el interior con una tableta como pantalla de mandos y enlace directo a tu “smartphone”, sinónimo de comunicación y conexión; tres puertas y compacto, sinónimo de comodidad y entereza, y los símbolos de marca y acabados finos y afilados pero no distinguidos, sinónimos de elegancia y naturalidad combinadas. Se trata del coche águila: silencioso, planeador, comunicado en la altura que le proporciona una visión global del mundo gracias a la conexión de la tableta y natural, de porte digno pero sencillo, que no simple.
La experiencia de transformación del sector automovilístico no es única, los principales sectores y productores de riqueza han cambiado y los países que no sepan como transformarlos seguirán en la espiral de la crisis. La muerte de Stevie Jobs lo catapultó a la metáfora del revolucionario Henry Ford del siglo XXI. Se transforma la industria del cine, de la música, el concepto mismo de cultura, se transforman las bibliotecas y los sistemas de salud, las funciones y servicios de los carteros y las escuelas, también nuestras escuelas.
El secreto de Mercedes Benz ha sido saber liderar siendo motores del cambio, han reformulado por completo el concepto de automóvil y no han temblado en decirle al mundo que el mejor coche hoy, es un coche muy diferente al coche del siglo pasado, no han cambiado los verbos: seducir, asombrar, guiar, liderar... han cambiado los sustantivos: seducir no por la insignia, sino por la líneas afiladas; asombrar no por el rugido, sino por el motor silencioso y económico con pretensiones de ecologista. El #liderazgoeducativo de nuestras escuelas bebe de los mismos principios, el modelo y el concepto propio que definen, lo que se entiende que ocurre y configura la escuela, se ha transformado y solo sabiendo liderar como motores del cambio, con los mismos verbos conjugados en clave de pastoral, de solidaridad, de innovación, de guía, de valores, de acompañamiento, pero sabiendo cambiar los sustantivos.
¿Cómo son las llaves del #liderazgoeducativo, motor del cambio?
- #liderazgotransformador: la escuela es la primera institución que recibe al ser humano y junto a la familia, son los agentes principales de socialización. Pero nuestras escuelas son, sobre todo, escuelas transformadoras de la realidad, leemos el contexto educando a las futuras generaciones con la esperanza de escribir un presente distinto y un futuro más justo.
- #liderazgoinclusivo: en línea con la transformación, la escuela es en la medida en que es escuela universal; con un sitio para todos, pero sobre todo, para aquellos que más lo necesitan ya que acoger y educar a quien se le cierran otras muchas puertas es lo que distingue la principal innovación y sentido de nuestro liderazgo y sistema educativo.
- #liderazgoparticipativo: solo la participación garantiza la comprensión del proyecto educativo. Liderar hoy implica hacer partícipes a nuestros claustros y comunidades educativas del proyecto de nuestro carisma en el siglo XXI. Las principales herramientas para seguir este camino no son la reflexión, la lectura y la lección magistral, son la emoción, la acción, el diálogo y la participación dinámica que genera pertenencia activa en el proyecto. Hoy el #liderazgoeducativo es, sobretodo, un #liderazgoemocional.
- #liderazgocompartido: ninguna institución es mejor que la suma de sus equipos. Un proyecto educativo es tan eficaz como el equipo que lo implementa. Liderar es guiar y delegar responsabilidades ya que solo aquellos profesores implicados en una tarea estarán construyendo su experiencia vital de pertenencia al proyecto. Conjugar la autonomía junto a la participación coordinada son las bases de un centro más inteligente que la suma de los equipos que lo componen.
- #liderazgo2.0: en el paradigma de la sociedad de la información, institucionalmente, solo la comunicación garantiza la existencia. Me comunico, luego existo. Las escuelas son entidades abiertas al mundo, conectadas a las redes sociales y asentadas en una cultura de la colaboración ya que el conocimiento solo crece en la medida en que se comparte tanto en el propio centro como en la conexión con el resto del mundo. Somos centros “glocales”.
- #liderazgopedagógico: sólo la innovación pedagógica será sinónimo de calidad educativa, la estandarización de los procesos que se ejecutan de forma automática y eficaz debe de dejarnos espacios cognitivos para la creatividad. El futuro de la escuela pasa por ser la mejor escuela, una escuela innovadora y creativa en sus métodos pedagógicos que existe para hacer en el presente lo que nadie se ha atrevido a poner en práctica hasta el momento. Hoy el #liderazgoeducativo es, sobretodo, un #liderazgodocente.
“Se buscan hombre y mujeres para un viaje emocionante. Sueldo bajo. Mucho niño. No se asegura retorno con vida. Con o sin éxito, su proyecto vital de ilusión y crecimiento transcendente están garantizados”. Le concedo una pausa de 30 segundos para formular una respuesta antes de continuar la lectura: ¿está interesado? Un simple “sí” o “no” son suficientes. Piénselo bien porque de este breve pero impactante anuncio, nacerán las principales teorías modernas del #liderazgoeducativo como motor del cambio en el siglo XXI.